COSMOGONÍA MAYA

La cosmogonía maya

El mundo religioso

En la civilización maya, lo sacro impregnaba todos los aspectos de la vida a través de rituales y ceremonias: la agricultura, el arte, los actos públicos... La religión maya era politeísta y contaba con un numeroso panteón dominado por divinidades vinculadas con la naturaleza. Los dioses representaban a los cuatro elementos (agua, fuego, aire y tierra) y a otras diversas manifestaciones naturales como astros o fenómenos atmosféricos. Al igual que las cristianas y que otras muchas, las creencias mayas partían del enfrentamiento entre el bien y el mal, con la diferencia de que tanto uno como otro tenían carácter divino. Ambos poderes aparecían en continuo enfrentamiento, pero siempre como antagonistas unidos. Los dioses vinculados con el bien producían cosas buenas y provechosas como la lluvia o las cosechas abundantes; mientas que las divinidades relacionadas con el mal causaban desastres, hambrunas y otras calamidades.
Dentro del amplio panteón maya, el dios principal era Hunab, también llamado Hunab Ku, el dios único, el dios de dioses. Esta deidad suprema era el responsable de la creación del mundo y del ser humano. Hunab construyó el mundo en tres ocasiones consecutivas. El primer mundo que creó fue habitado por genios, los constructores de las ciudades; el segundo fue dominado por los dzolob, una raza oscura y siniestra; y el tercero y definitivo fue el que habitaron los mayas.
Zamná, también conocido como Itzam Ná, era hijo de Hunab y se hallaba a la cabeza del panteón maya. Era el dios del cielo, del día y de la noche. Bajo la forma de Ahau, también representaba al sol. En los escritos mayas, era representado como un anciano desdentado con nariz pronunciada y aspecto benévolo, y se le atribuía la fundación de la cultura maya. El conocido como el dios de la sabiduría les dio a los mayas el maíz y les enseñó la escritura y el calendario. También era considerado como el primer sacerdote.
Ix Chel era una divinidad peculiar, pues tenía a la vez una vertiente malévola y otra bondadosa; era la diosa de las inundaciones y, al mismo tiempo, la protectora de las embarazadas. Era la imagen de la luna. Estaba emparejada con Itzam Ná y aparecía representada como una mujer anciana que vertía el contenido de su cántaro sobre la tierra o que tejía con un telar.
Otra divinidad es Kukulcan, la serpiente emplumada, que fue importada por otras culturas de la región mesoamericana como la tolteca y cuya imagen recuerda a la del dios azteca Quetzalcoatl. Los mayas atribuyeron a este dios principal muchas funciones. Estaba relacionado con los cuatro elementos de la naturaleza, tenía facultades creadoras y también estaba vinculado con la resurrección y la reencarnación.

Vasija para quemar incienso hallada en Mayapán con la forma del dios de la lluvia Chac. Imagen obtenida de la web Mythology Otra deidad de peso del panteón maya era el dios de la lluvia, Chaac, también llamado Chac Mol. Representado con trompa y colmillos, este dios bondadoso era una de las divinidades más populares y tenía una presencia destacada en muchos de los rituales del pueblo. El centro principal de su culto estaba ubicado en Chichen Itzá. También era el dios de la agricultura y la fertilidad.
Entre las divinidades de carácter malvado destacaba Ah Puch, también conocido como Hunhau, la antítesis de Itzam Ná. Ah Puch era la diosa de los muertos, que gobernaba el Mitnal, el inframundo. El Mitnal era el inferior de los nueve infiernos y el más terrible de todos ellos. Generalmente, Ah Puch era representada con cabeza de búho y cuerpo humano, aunque también aparecía como un esqueleto adornado con campanillas. Esta deidad de la muerte era vinculada con la guerra y con los sacrificios humanos.

Los mayas construyeron un sistema de creencias muy elaborado; uno de los más complejos entre los de todas las civilizaciones indígenas americanas. Todas sus costumbres y actividades estaban marcadas por la religión y sus rituales mágico-sacros. Además del panteón de divinidades genéricas, relacionadas con aspectos del mundo natural, los mayas tenían un amplio número de dioses menores de carácter doméstico, así como una divinidad protectora para cada individuo. Tal era la importancia de la religión que las ciudades mayas eran auténticos centros ceremoniales y la clase sacerdotal fue la que consiguió acaparar mayores parcelas de poder hasta el periodo Postclásico. Los mayas confiaban en el buen hacer de sus dioses y la religión dirigía su vida política y social.

Las ceremonias religiosas eran un elemento cotidiano y convertían las plazas de los centros urbanos en un foco de atención para la población, especialmente cuando se trataba de rituales de sacrificios. La sangre de las inmolaciones humanas era el mejor tributo que podían ofrecer a los dioses, ya que era símbolo de la vida y del alimento. Junto a estos actos, existían otras ceremonias relacionadas con la ofrenda de alimentos, con el ayuno o con la celebración de días señalados del calendario.


Fuentes indígenas para conocer la cosmovisión maya

La escritura. Principales características de los códices precoloniales

Muestra de escritura maya. Imagen obtenida de la web Historia de México     Sin duda, otro indicador del gran avance de la cultura maya lo hallamos en su escritura. Los mayas desarrollaron un elaborado sistema de escritura jeroglífica, formada por unos 800 glifos de tipología pictográfica (representación mediante dibujos), logográfica (representación de palabras mediante signos gráficos) y fonética (representación de sonidos). Estos signos fueron utilizados para transmitir ideas, objetos, seres o palabras. Los fines principales de esta escritura, que perduró hasta la llegada de los conquistadores españoles, eran, por una parte, el cálculo del paso del tiempo y su medida para plasmarlo en el calendario, y, por otra, la representación gráfica y la perpetuación de los nombres de los dioses. No obstante, inicialmente, la escritura también fue utilizada para que los sacerdotes registraran todos sus conocimientos y ordenaran sus mandatos. Posteriormente, la escritura evolucionó hacia usos más cotidianos.
Códice maya. Imagen obtenida de la web Mundo Maya online     Grabando sus glifos, los mayas adornaron monumentos y edificios religiosos (como estelas de piedra, dinteles o altares), y recogieron su Historia, sus rituales y sus creencias. Además de la técnica de escritura en los relieves, los mayas también escribieron sobre pergaminos, preparados a partir de pieles de animales, y sobre códices de papel, elaborado a partir de corteza de árbol (papel amate). Estos códices tenían carácter sagrado y su redacción requería un elevado nivel de conocimientos. Por ello, tanto su confección como su lectura pública en los actos del culto corrían a cargo de sacerdotes. Estos escritos trataban sobre aspectos diversos de la vida maya (Historia, religión, agricultura, profecías, etc.), pero siempre estaban relacionados con ese carácter superior y sagrado que los definía.
Códice Matritense. Imagen tomada de la web América Indígena
En la actualidad, solo se conservan tres ejemplos de códices originales escritos en escritura hierográfica: el Dresdensis (de Dresde), el Peresiano (o de París) y el Tro-Cortesiano o Matritense maya (de Madrid). En la labor de destrucción de estas riquísimas fuentes documentales destacó desafortunadamente fray Diego de Landa (1524-1579), primer obispo de Yucatán, quien los vio como obras diabólicas y ordenó quemar cuantos encontró a su paso. Sin embargo, el citado regular se convirtió al mismo tiempo en una pieza clave para descifrar la escritura maya. En su obra Relación de las cosas de Yucatán, el P. Landa, movido por la curiosidad, añadió una breve relación de jeroglifos mayas a modo de alfabeto, elaborado con la ayuda de sus intérpretes indígenas.
Otro detalle de un códice maya. Imagen obtenida de la web Mundo Maya online Los mayas hicieron cuanto pudieron para salvar sus códices, escondiéndolos de las manos conquistadoras durante algún tiempo. Con el paso de los años, aprendieron a leer y escribir el castellano y decidieron rescatar aquellos manuscritos escondidos para copiarlos en lengua maya, pero empleando los caracteres latinos. De este modo, empezó a desarrollarse una interesante producción literaria indígena de la que se han conservado varios ejemplos. Tristemente no nos ha llegado ninguno de los textos originales.

Como hemos indicado, en las citadas transcripciones los mayas trataron de recopilaron toda la información que pudieron sobre su ciencia, sus costumbres y sus creencias antiguas. Entre estas obras, escritas con alfabeto latino, destacan el conocido como El Popol Vuh o Libro de los quichés y Los Libros del Chilam Balam o Crónicas de Chacxulubchen.


Manuscritos mítico-proféticos

     El Popol Vuh es una narración mitológica sobre el origen del mundo y la Historia de la civilización maya, mientras que los llamados Libros del Chilam Balam tienen un contenido más heterogéneo mezclando Historia, mitología y profecías.

Los Libros de Chilam Balam
Tanto los mayas como los aztecas, desarrollaron profecías que anunciaban la futura llegada de extranjeros; sin embargo, mientras Moctezuma confundió a Hernán Cortés con el dios Quetzalcoatl, los mayas nunca dudaron de que aquellos españoles eran simples dzules (forasteros). Los mayas recogieron esas profecías en los Libros del Chilam Balam.
 
La palabra chilam era empleada por los indígenas para designar a sacerdotes, brujos y sabios. Y el término balam, aunque significaba jaguar (una criatura que en la cultura maya tenía carácter sagrado), en este caso era empleado para hacer alusión un cargo honorífico. El chilam Balam era el «sacerdote-jaguar», un título que debía detentar un personaje especial dentro de la comunidad maya y que a posteriori daría nombre a este conjunto de libros.
Los conocidos como libros del Chilam Balam están integrados por un conjunto de18 obras. Cada una de ellas perteneció a un pueblo maya y el sacerdote o dirigente de cada grupo se encargaba del cuidado de ese determinado escrito. Para poder distinguir cada uno de los libros del Chilam Balam, estos fueron identificados con el nombre del pueblo del que procedían. Así, se conoce el Chilam Balam de Laua, el de Ixil, el de Tusik, el de Chumayel, el de Maní y el de Tizimín; de todos ellos únicamente han podido ser estudiados los tres últimos.
     Los textos del Chilam Balam tienen un importante contenido mítico-profético y su carga simbólica es considerable, de ahí que su interpretación sea tan compleja. Citamos a continuación parte del texto del Chilam Balam de Chumayel, estudiado por Antonio Mediz Bolio:
   Dominus vobiscum, decían todos cantando allí donde no había cielos ni tierra.
   Del abismo nació la tierra, cuando no había cielos ni tierra.
   El que es la Divinidad y el Poder, labró la gran Piedra de la Gracia, (Tun Gracia) allí donde antiguamente no había cielo.
   Y de allí nacieron Siete Piedras sagradas (Tunes), Siete Guerreros (Katunes) suspendidos en el espíritu, Siete llamas elegidas.
   Y se movieron. Y siete fueron sus gracias también, y siete sus santos.
   Y sucedió que incontables gracias nacieron de una piedra de gracia. Y fue la inmensidad de las noches, allí donde antiguamente no había Dios, porque no habían recibido a su Dios, que solo por si mismo estaba dentro de la Gracia, dentro de las tinieblas, allí donde no había cielos ni tierra.
   Y fue formado al fin un Guerrero, cuando no había nacido el Primer Guerrero, y tenía los cabellos en guedejas.
   Aden ti parami. Y fue su divinidad. Y entonces salió y se hizo varón en la segunda infinita Piedra de Gracia. Alpinon es el nombre de su ángel.
   Cuando hubo nacido, salió y pidió su Segunda Gracia, en la segunda inmensidad de la noche, donde antes nadie había. Y recibió su divinidad él solo por sí mismo.
   Y cuando vino a salir, «ofirmar» dulcemente dijo. Y recibió su divinidad él solo por sí mismo. Y salió y fue a la tercera infinita Piedra de Gracia. Albacongel es el nombre de su ángel, el de la tercera Gracia.
   Fue a la cuarta infinita Piedra de Gracia, en la cuarta noche. Atea Ohe es el nombre de su ángel. Naciendo, quiso su cuarta Gracia, y empezó a decirse solo en sí mismo: «Ah, Dios Poderoso, yo no soy nadie, pues, por mí mismo»; así decía en su esencia, en su divinidad.
   «Me voy», suavemente dijo.
   Y fue a la quinta infinita Piedra de Gracia, en la quinta infinita noche. Cuando hubo nacido el Quinto Guerrero quiso su Quinta Gracia. Y se levantaron las palabras de su divinidad y nació su ángel. Decipto es su nombre.
   Y dijo: «Me voy. Yo soy, pues. Soy Dios, pues. Soy poderoso, pues». Así hablaba por sí misma su divinidad: «Aninite dei sin»; decía, cuando recibió su divinidad por si mismo.
   Y fue a la sexta infinita Piedra de Gracia, en la sexta medida de la noche, el Sexto Guerrero (Katún). «¡Dioses poderosos, oíd mi voz! Nadie hay en mi soledad».
   Cuando hubo nacido, quiso su Séptima Gracia. Conlamil es el nombre de su ángel. «¡Yo os adoro, dioses, oíd mi voz! ¡No hay nadie! ¡Nadie escucha mi voz!»; así suavemente hablaba y decía, mientras nacía su Séptima Gracia.
   Contento nació el séptimo Guerrero (Katún). Siete veces se alumbraron las siete medidas de la noche, siete veces infinitas.
   «Abiento bocayento de la Zipilna de fente note sustina gracia. Trece mili y no cargo bende». Primera, segunda, tercera, tres veces cuatrocientas épocas, miles de épocas y despertó la tierra de Dios el Verbo, él solo por sí mismo.
   Del fondo de la gran Piedra de la Gracia, despertó la tierra de Dios el Verbo. Su nombre es Unidad con Dios el Verbo.
   Este su nombre, que hiende las épocas, es: el Eterno, el de una sola Edad, el Muy Alto. Y vino su Descendiente de Siete Generaciones. Y cuatro veces resonó su Gran Palabra, sello de la noche, sello del cielo: «Yo soy el principio, yo seré el fin».
   He aquí el entendimiento oculto de su palabra, datate, aquí recibido en esta tierra. Yo soy Unidate, yo soy Unitata, yo soy su sonido. Yo soy Unitata. «A nuni viene Unidad».
   Nilu es el nombre de la noche. Es la primera palabra de Dios, es la primera palabra del Verbo. Así, machacó la piedra, solo por sí mismo, dentro de la noche.
   Tomás (Etomas) Sipancas es el nombre del Espíritu cuyo Señor es el Primer Guerrero. Ota-ho en el cielo. Arcángel es el nombre del Espíritu. Heronix es el nombre del Espíritu que va delante de él. Joramis es el nombre del Espíritu del Segundo Guerrero. He aquí que dijo cuando se abrió la Piedra: «Yaxyonlacalpa». Escondió su nombre. En el santo cielo fue Nuestro Santo Padre el Verbo: Bolay es su nombre. Y conoció el segundo cielo, en donde está el polvo de los pies de la Sustinal Gracia.
   Allí se forma la Sabiduría, golpeando la piedra dentro de la oscuridad.
   Y fue creada la Piedra que fundó las piedras, las Tres Piedras que fueron a asentarse a los pies de la Sustinal Gracia. Las piedras que nacieron estaban debajo de la Primera Piedra. Y eran hermanas iguales.
   Entró entonces Chac, el Gigante, por la grieta de la Piedra. Gigantes fueron entonces todos, en un solo pueblo, los de todas las tierras. Y el Primer Rey fue Dios.
   En la época Primera, fue creado el único hijo de Dios. En la Segunda, el Verbo. En la Tercera época, Expleo, éste es su nombre en el cielo.
   Y nació Chac, el Gigante que Opilla es su nombre, al mismo tiempo que su cielo, que empileo, cielo, es su nombre. Expleo es su nombre, dentro del primer Libro de Dios. Hebones. El único Hijo de Dios, espejo que abrirá su hermosura, es el Señor de la Piedra, Padre.
   Cuando fue a crear el cielo del cielo, se abrió una Gracia y una Piedra. Nacido era el Fuego. Tixitate es su nombre, la luz del cielo. Que Sustinal es la luz de la luz del cielo. Acpa. Porque el Guerrero (Katún) creó la luz dentro del cielo. Alpa u manga es su nombre. Y se acabó.
* * *
Los ángeles, los Espíritus (Cangeles ik) se alzaron mientras eran creadas las estrellas. No se había alumbrado la tierra, no había cielo ni tierra. Eran:
  • el Pauah rojo (Chac Pahuahtun);
  • el Pauah blanco (Zac Pahuahtun);
  • el Pauah negro (Ec Pahuahtun);
  • y el Pauah amarillo (Kanpahuahtun).
Entonces en el Primer cielo, Dios el Verbo tenía sujeta su Piedra, tenía sujeta su Serpiente (cangel) tenía sujeta su Sustancia (Kabalil). Allí estaban suspendidos sus ángeles. El Espíritu nombrado Corpinus, y he aquí, debajo, Orele, a la altura de la tierra. Tres Personas eran: El Dios Verbo, el Dios Hijo, el Dios Espíritu Santo.

En ese tiempo los planetas, eran: Saturno, Júpiter, Marte y Venus; ésos se dice que tenía en su mano el Dios en el cielo; antiguamente los creó. He aquí el nombre del cielo: Christalino. Este ángel, que Corpinus es su nombre, extendía la bendición del Padre, allí donde no había cielo ni tierra, Inpicco es su nombre. Rociaba a todos los ángeles. Baloyo es su nombre. Cacahuecan -sexos- es su nombre. Et sepeuos es su nombre. Laus deo.
* * *
   Abajo Chac-Bolay-Balam y Cacau Balamté. Esperas es su nombre en la sexta capa del cielo, Isperas es su nombre en la séptima capa del cielo. Fue creado sobre la tierra por Dios Poderoso. En la séptima época nació dentro de la noche. Espíritu es su nombre.

   Sto. Eden Deus, Sto. Eluseo, Santos. Él vio nacer el centro de la Piedra, el centro de la noche. Se repite.
   Ardió entonces. Entri de noche. Fue lo que dijo: Cuando habló al centro de la Piedra, al centro de la noche. -Tronas aleseyo de Mundo de gracia en apedia leyo zipidiate en picted gracia Sto. Esuleptum Jaan estunast gracia suplilis eltimeo me firme abin Finites gracia y metis absolutum timetis de gracia. Eden deo gracia de Fentis de gracia Fenoplis tun gracia locom dar y me gracia, tretris un mis gracia. Nositusi de gracia in pricio de gracia. Tresimili uno de cargo leonte.
   Uno, dos, tres, un montón, trece veces cuatrocientos, Katunes infinitos antes de que despertara la tierra, fue creado el centro de la Piedra, el centro de la noche, allí donde no había cielo ni tierra, cuando fue dicho por Dios el Verbo, solo por sí mismo, en la Profunda Noche.


   Sonó la primera palabra del Dios, allí donde no había cielo ni tierra. Y se desprendió de su Piedra y cayó al segundo tiempo y declaró su divinidad. Y se estremeció toda la inmensidad de lo eterno. Y su palabra fue una medida de gracia, un destello de gracia y quebró y horadó la espalda de las montañas.

¿Quién nació cuando bajó? Gran Padre, Tú lo sabes.
    Nació su Primer Principio y quebró y barrenó la espalda de las montañas.
    -¿Quiénes nacieron allí? ¿Quiénes?
    -Padre Tú lo sabes. Nació el que es tierno en el cielo.

Salió el Espíritu de la infinita Gracia. Hablaró cuando llegue a la Séptima gracia, la Virgen Piedra de la Gracia. Baltepiones ortezipio Reciquenta noche hun ebutate hun cute Profeciado. Sucedió que fue llamado el ángel Jerupite y le fueron dados en el cielo Corporales de ojales por el primer Papa.

    Dentro de los textos del Chilam Balam destaca la conocida como «Serie de los Katunes» o «Cuenta de los Katunes». Como indicamos en la parte dedicada al Calendario maya un katun equivale a 20 tunes, dando como resultado 7.200 días. La llamada «Cuenta de los Katunes» se organiza, como su nombre indica, en periodos o ciclos de katunes y refleja la visión cíclica del tiempo, típica del pueblo maya. En esta «Serie de los Katunes» los mayas describen una cronología.
La rueda de los katunes
   El Once Ahau se asienta el Katún en Ichcaansihó. Bajan hojas del cielo, bajan perfumes del cielo. Suenan las músicas, suenan las sonajas del de los Nueve Pies. En un día en que habrá faisanes azules, en un día en que habrá peces a la vista, en el día de Chakan-putún, se comerán árboles, se comerán piedras; se habrá perdido el sustento dentro del Once Ahau Katún.
   Con siete tiempos de abundancia se asienta el Katún, el Cuatro Ahau Katún, en Chichén. Siete tiempos de abundancia son el asiento del Gran Derramador de agua. Tapado está su rostro y cerrados sus ojos bajo sus lluvias, sobre su maíz abundantemente derramado. Llenos de hartura están su estera y su trono. Y se derrama su carga. Habrá un día en que esté blanco su ropaje y blanca su cintura, y sea aplastado por el chorro del pan del Katún. Llegarán plumajes, llegarán pájaros verdes, llegarán fardos, llegarán faisanes, llegarán tapires; se cubrirá de tributo Chichén.
* * *
   No Zaquí, sino Mayapán es el asiento del Katún, del Dos Ahau Katún. Cuando se haya asentado el Katún, bajarán cuerdas, bajará la ponzoña de la peste. Tres cerros de calaveras harán una rueda blanca a su cuerpo cuando venga con su carga atada. Ahogándose cogerá en su lecho un soplo de viento. Tres veces dejará caer su pan. Mediana hambre, mediano pan. Esta es la carga del Dos Ahau Katún.
* * *
   Kinchil Cobá es el asiento del Katún, del Trece Ahau Katún. El dios maya Itzam, dará su rostro a su reinado. Se le sentirá tres veces en tres años, y cuando se cierre la décima generación. Semejantes a las de palmera serán sus hojas. Semejante al de la palmera será su olor. Su cielo estará cargado de rayos. Sin lluvias chorreará el pan del Katún, del Trece Ahau Katún. Multitud de lunares son la carga del Katún. Se perderán los hombres y se perderán los dioses. Cinco días será mordido el Sol, y será visto. Esta es la carga del Trece Ahau Katún.

     En relación con la medida del tiempo, también encontramos el siguiente fragmento del Chilam Balam.
Libro del mes
   Así explicó el antiguo sabio Mexchise, el antiguo Gran Profeta, Napuc tun, Gran Sacerdote, y así cantó que, cuando no había despertado el mundo antiguamente, nació el Mes y empezó a caminar solo.
   Y dijo su abuela, y dijo su tía, y dijo la madre de su padre, y dijo su cuñada:
-¿Por qué se dijo que íbamos a ver gente en el camino?
   Así decían mientras caminaban. Era que no había gentes antiguamente.
   Y entonces llegaron al oriente. Y dijeron:
-Alquien ha pasado por aquí. He allí las huellas de sus pies.
«Mide tu pie», dicen que dijo la Señora del mundo. Y que fue y midió su pie Dios el Verbo. Este es el origen de que se diga Xoc-lah-cab, oc-lae, lah-ca-oc. Este dicho se inventó porque Oxl-ahun-oc (el de los trece pies), sucedió que emparejó sus pies.
   Y partieron del oriente. Y se dijo el nombre de los días, que todavía no tenían nombre, antiguamente.
   Y caminó con la madre de su padre, y con su tía y con la madre de su madre, y con su cuñada.
   Nacido el Mes, creó el que se llama Día y creó el cielo y la tierra, por escala: agua, tierra, piedras, árboles.
   Y creó las cosas del mar y de la tierra.
   En el Uno Chúen sacó de sí mismo su divinidad e hizo el cielo y la tierra.
   En el Dos Eb hizo la primera escalera, para que Dios bajara en medio del cielo y en medio del agua. No había tierra, ni piedra, ni árboles.
   En el Tres Men hizo todas las cosas, la muchedumbre de las cosas; las cosas de los cielos y las cosas del mar y de la tierra.
   En el Cuatro Ix sucedió que se inclinaron uno sobre el otro el cielo y la tierra.
   En el Cinco Men sucedió que empezó a trabajar todo.
   En el Seis Cib sucedió que hizo la primera candela y así fue que se hizo luz donde no había Sol ni Luna.
   En el Siete Aban (Caban) nació la primera tierra, allí donde no la había para nosotros antiguamente.
   En el Ocho Edznab afirmó sus manos y sus pies y los clavó sobre la tierra.
   En el Nueve Cauac se ensayó por primera vez el infierno.
   En el Diez Ahau sucedió que se fueron los hombres malos al infierno, porque todavía no se veía a Dios el Verbo.
   En el Once Ix (Imix) sucedió que hizo las piedras y los Arboles. Eso hizo.
   En el día Doce Ik sucedió que creó el viento. Y esta es la causa de que se llame Ik (espíritu); porque no hay muerte dentro de él.
   En el Trece Akal sucedió que tomó agua y mojó tierra y labró el cuerpo del hombre.
   En el Uno Kan sucedió que se rompió su ánimo por lo malo que había creado.
   En el Dos Chicchan sucedió que apareció lo malo y se vio dentro de los ojos de la gente.
   En el Tres Cimil (Cimi) fue la invención de la muerte. Sucedió que inventó la primera muerte Dios Nuestro Padre.
   En el Cinco Lamat inventó el gran sumidero de la gran laguna del mar.
   En el Seis Muluc sucedió que fueron llenados de tierra todos los valles, cuando no había despertado el mundo. Y sucedió que entró falsa voz de Nuestro Padre Dios en todos ellos, cuando no había voz del cielo, ni había piedras ni árboles, antiguamente.
   Y entonces fueron a probarse unos a otros (los días). Y dijeron así:
-Trece... Y siete en un grupo.
   Esto dijeron para que saliera su voz al que no la tuviera, cuando el Primer Dios, el Sol, les preguntara su origen. No se les había abierto el instrumento de su voz para que pudieran hablarse unos a otros. Y se fueron en medio del cielo y se tomaron de las manos para unirse unos con otros. Y entonces se dijo en medio de la tierra: «¡Sean abiertos!». Y se abrieron los Cuatro Ah-Toc, que son cuatro.
Cuatro Chic-chan Ah-Toc
Cuatro Oc Ah-Toc
Cuatro Men Ah-Toc
Cuatro Ahau Ah-Toc
   Los Ahau son Cuatro.
Ocho Muluc Cinco Cauac
Nueve Oc Seis Ahau
Diez Chuen Siete Imix
Once Eb Ocho Ik
Doce Men Nueve Akbal
Trece Ix Diez Kan
Uno Men-(Ben) Once Chichan
Dos Cib Doce Cimi
Tres Aban Trece Manik
Cuatro Edznab Uno Lamat
Con ellos fue creado el mes (Uinal), cuando despertó la tierra, y cuando fueron creados el cielo y la tierra, y los árboles y las piedras. Todo fue creado por Nuestro Padre Dios, y por su Palabra; allí donde no había cielos ni tierra estaba su Divinidad, que se hizo una nube sola por sí misma, y creó el universo. Y estremeció los cielos su divino y grande poder y majestad. La relación de los días, día por día, debe leerse empezando por el oriente, según el orden en que está.

     Libros del Chilam Balam recogen también interesantes relatos de contenido profético. Las profecías se refieren en su mayor parte al retorno del dios Kukulcan, el Quetzalcoatl azteca, pero posteriormente, con la llegada de los españoles, fueron modificadas para que las predicciones coincidieran con la llegada de los conquistadores. Ya hemos indicado al principio de este apartado dedicado a Libros del Chilam Balam que también los aztecas anunciaron la llegada de Quetzalcoatl, pero mientras que Moctezuma confundió a Hernán Cortés con ese dios, los mayas simplemente consideraron a los españoles como simples extranjeros. A continuación incluimos fragmentos de esas profecías:

Libro de las profecías 
   Estas palabras compuestas aquí son para ser dichas al oído de los que no tienen padre y de los que no tienen casa. Estas palabras deben ser escondidas, como se esconde la Joya de la Piedra Preciosa.
   Son las que dicen que vendrán a entrar el cristianismo, a Tancáh de Mayapán y a Chichén Itzá, y será arrollado Suhuyuá, y será arrollado el Itzá. Despertará la tierra por el oriente, por el norte, por el poniente y por el sur.
   Venido de la boca de Dios es, y lo manifiestan cinco sacerdotes. Sacerdotes Adoradores, llegados a la presencia de Dios. Ellos profetizaron la carga de la amargura para cuando venga a entrar el cristianismo.
   He aquí sus nombres escritos:
          Chilam-Balam, Gran Sacerdote.
          Napuc-tun, Gran Sacerdote.
          Nahau-Pech, Gran Sacerdote.
          Ah Kuil-Chel, Gran Sacerdote.
          Natzin-yabun-chan, Gran Sacerdote.
   Estos Hombres de Dios, doblando su espalda sobre la tierra virgen, manifestaron la carga de las penas, en presencia de Dios Nuestro Padre, para cuando venga a entrar el cristianismo. Vómitos de sangre, pestes, sequías, años de langosta, viruelas, la carga de la miseria, el pleito del diablo. En el cielo habrá círculos blancos y arderá la tierra, dentro del Tres Ahau Katún y el Uno Ahau Katún y los tres katunes malos.
   Así fue escrito por el Profeta y Evangelista Balam, lo que vino de la boca del Señor del cielo y de la tierra.
   Y lo pusieron los sacerdotes en escritura sagrada, en el tiempo de los Grandes Soles, en Lahun Chablé.
   Dentro del cristianismo llegarán Saúl y don Antonio Martínez, para que los hijos de sus hijos reciban justicia. Y entonces despertará la tierra.
   Así está escrito, por mandato del Gran Sacerdote y Profeta Chilam Balam, por el que habla. -Amén. -Jesús.

La interpretación histórica de Yucatán
Profecía del Sacerdote Napuc Tun
   Arderá la tierra y habrá círculos blancos en el cielo. Chorreará la amargura, mientras la abundancia se sume. Arderá la tierra y arderá la guerra de opresión. La época se hundirá entre graves trabajos. Cómo será, ya será visto. Será el tiempo del dolor, del llanto y la miseria. Es lo que está por Venir.

Profecía de Ah Kuil Chel, Sacerdote
   Lo que se desentraña de este Katún, Padre, entendedlo así, ya está viniendo. No será arrollada otra vez la estera del Katún, Padre, cuando ya vendrá en gran demasía el peso del dolor. Vendrá del norte, vendrá del poniente. En los días que vamos a tener, ¿qué Sacerdote, qué Profeta dirá rectamente la voz de las Escrituras?
   Padre, dentro del Noveno Ahau -entendedlo así todos los que pobláis esta tierra- todas las almas selladas de grandes y feos pecados.
   «¡Ay, dulce era el poderoso tiempo que pasó!» dirán llorando los Señores de esta tierra: «¡Entristeced vuestros espíritus, Itzaes!»

Profecía de Nahau Pech, Gran Sacerdote
   En los días que vienen, cuando se detenga el tiempo, Padre; cuando haya entrado en su señorío el Cuarto Katún, se acercará el verdadero conductor del día de Dios. Por esto se amarga lo que os digo, Padre, hermanos del mismo vientre; porque el que os visitará, Itzaes, viene para ser el Señor de esta tierra cuando llegue.
   Esto viene de la boca de Nahau Pech, Sacerdote. En tiempo del Cuatro Ahau Katún, Padre, como hormigas irán los hombres detrás de su sustento; porque como fieras del monte estarán hambrientos, y como gavilanes estarán hambrientos, y comerán hormigas y tordos, y grajos, y cuervos, y ratas.

Profecía de Natzin Yabun Chan, quien desde antiguamente dijo:
   El verdadero Dios [Hahai Ku, «Verdadera-Deidad»] de esta tierra, el que esperáis que aparezca, Padre, vendrá traído en hombros de dolorosos días. Dad meditación en vuestro entendimiento a su palabra, y la debida cordura. Vuestras almas la recibirán verdaderamente.
   ¡Hastiados de lo que adoráis, Itzaes! ¡Olvidad vuestros caducos dioses, todos vuestros dioses perecederos! Existe el Poderoso Señor, creador del cielo y de la tierra.
   Duele a vuestro espíritu que os lo diga, Itzaes de los mayas. No queréis oír que existe Dios. Creéis que lo que adoráis es verdadero. Creed ya en estas palabras que os predico.

Profecía de Chilam Balam, que era Cantor, en la antigua Maní.
1. En el Trece Ahau, en las postrimerías del Katún, será arrollado, el Itzá y rodará Tancáh, Padre.
2. En señal del único Dios [Hunab Ku, «Unica-deidad»] de lo alto, llegará el Árbol sagrado [Uaom Ché, madero-enhiesto], manifestándose a todos para que sea iluminado el mundo, Padre.
3. Tiempo hará de que la Conjuramentación esté sumida, tiempo hará de que esté sumido lo Oculto, cuando vengan trayendo la señal futura los hombres del Sol [Ah Kines, «Sacerdotes-del culto-solar»], Padre.
4. A un grito de distancia, a una medida de distancia, vendrán y ya veréis el faisán que sobresale por encima del Árbol de Vida [Uaom Ché, madero-enhiesto].
5. Despertará la tierra por el norte y por el poniente. Itzam despertará.
6. Muy cerca viene vuestro Padre, Itzaes; viene vuestro hermano, Ah tan-tunes.
7. Recibid a vuestros huéspedes que tienen barba y son de las tierras del oriente, conductores de la señal de Dios, Padre.
8. Buena y sabia es la palabra de Dios que viene a vosotros. Viene el día de vuestra vida. No lo perdáis aquí en el mundo, Padre.
9. «Tú eres el único Dios que nos creaste»: así será la bondadosa palabra de Dios, Padre, del Maestro de nuestras almas. El que la recibiere con toda su fe, al cielo tras él irá.
10. Pero es el principio de los hombres del Segundo Tiempo.
11. Cuando levanten su señal en alto, cuando la levanten con el Árbol de Vida, todo cambiará de un golpe. Y aparecerá el sucesor del primer árbol de la tierra, y será manifiesto el cambio para todos.
12. El Signo del único Dios de arriba [Hunab Ku], ése habréis de adorar, Itzaes. Adorad el nuevo signo de los cielos, adoradlo con voluntad entera, adorad al verdadero Dios que es éste, Padre.
13. Meted en vosotros la palabra de Dios Único, Padre.
14. Del cielo viene el que derrama la palabra para vosotros, para vivificar vuestro espíritu, Itzaes.
15. Amanecerá para aquellos que crean, dentro del Katún que sigue, Padre.
16. Y ya entra en la noche mi palabra. Yo, que soy Chilam Balam, he explicado la palabra de Dios sobre el mundo, para que la oiga toda la gran comarca de esta tierra, Padre. Es la palabra de Dios, Señor del cielo y de la tierra.

   Buena es la palabra de arriba, Padre. Entra su reino, entra en nuestras almas el verdadero Dios; pero abren allí sus lazos, Padre, los grandes cachorros que se beben a los hermanos esclavos de la tierra. Marchita está la vida y muerto el corazón de sus flores, y los que meten su jícara hasta el fondo, los que lo estiran todo hasta romperlo, dañan y chupan las flores de los otros. Falsos son sus Reyes, tiranos en sus tronos, avarientos de sus flores. De gente nueva es su lengua, nuevas sus sillas, sus jícaras, sus sombreros; ¡golpeadores de día, afrentadores de noche, magulladores del mundo! Torcida es su garganta, entrecerrados sus ojos; floja es la boca del Rey de su tierra, Padre, el que ahora ya se hace sentir.
   No hay verdad en las palabras de los extranjeros. Los hijos de las grandes casas desiertas, los hijos de los grandes hombres de las casas despobladas, dirán que es cierto que vinieron ellos aquí, Padre.
   ¿Qué Profeta, qué Sacerdote, será el que rectamente interprete las palabras de estas Escrituras?



El Popol Vuh
     El Popol Vuh recoge la tradición oral maya que transmitía de generación en generación relatos sobre la Historia y costumbres de su pueblo. Las venturas y desventuras de sus protagonistas eran conocidos por todos los mayas y su popularidad era tal que buena parte de la población sabía de memoria el texto completo. Además, algunos pasajes eran objeto de representaciones públicas en las diferentes localidades.
     En el siglo XVI un indígena decidió transcribir esos relatos al lenguaje escrito empleando el idioma quiché con caracteres latinos, para que no se perdiera su tradición y su Historia en medio de tanta destrucción. Este original fue escrito en piel de venado y, posteriormente, a mediados del siglo XVI, fue copiado empleando escritura latina por fray Alonso del Portillo de Noreña.

     Ya a finales del siglo XVII, la única copia conocida de ese texto fue encontrada y conservada por fray Francisco Ximénez, el entonces párroco de la población de Santo Tomás Chuilá. Actualmente, ese pueblo se conoce como Chichicastenango, por lo cual El Popol Vuh también es llamado Manuscrito de Chichicastenango. Entre 1701 y 1703, el citado regular se dedicó al estudio del texto y lo tradujo dos veces. Finalmente, incorporó la segunda traducción al primer tomo de su obra Crónica de la Provincia de Chiape y Guatemala. La copia que ha llegado hasta nosotros es la de este último y, actualmente, se encuentra en la Biblioteca Newberry de Chicago.

     El texto actual está claramente influido por la percepción cristiana; no obstante, su contenido permite apreciar la visión mítica de la civilización maya. El Popol Vuh es un libro sagrado que, como muchos otros escritos de este tipo (como La Biblia o el Enuma Elis), nos ubica en un tiempo y en un espacio míticos, donde trascurren hechos sagrados, protagonizados por seres mitológicos, héroes y dioses ancestrales.
     El Popol Vuh está formado por diversos relatos, ritos y prácticas religiosas, que nos ofrecen una visión de conjunto sobre la concepción maya del Universo. En este sentido, el libro cuenta cómo los dioses formaron la tierra a partir del caos primigenio y crearon la luz y la vida. También relata cómo, después de varios intentos, crearon al ser humano a partir del maíz.

     La obra se estructura en tres partes. En la primera se describe la formación del mundo y la creación del ser humano. La segunda se centra en las hazañas de los héroes gemelos Hunahpú e Ixbalanqué en el Xibalbá, el inframundo. Y la tercera tiene un contenido menos mitológico y está caracterizada por su valor histórico, ya que se centra en la Historia de las poblaciones que habitaron Guatemala, su origen, sus migraciones, sus nombres, etc.

     A continuación incluimos varios fragmentos de El Popol Vuh que nos permiten conocer de primera mano los mitos explicados en este artículo. Utilizaremos como fuente la siguiente edición: Recinos, Adrián. Popol Vuh, F.C.E., México 1947.

Preámbulo
   Este es el origen de la antigua historia (del país), aquí llamado Quiché.
   Aquí escribiremos y comenzaremos la historia de los tiempos pasados, el principio y origen de todo lo que fue hecho en la ciudad del Quiché por las tribus de la nación quiché.
   Aquí traeremos, pues, la manifestación, el descubrimiento y la narración de todo lo que estaba oculto; la revelación de la obra por la voluntad del Creador y del Formador, de El que Engendra, de El que da el Ser, y cuyos nombres son Un Tirador de Cerbatana al Tacuacín, Un Tirador de Cerbatana al Coyote, El gran Blanco Picador de Espinas, El Dominador, El Serpiente cubierta de Plumas, El Corazón de los Lagos, El Corazón del Mar, El Dueño del Planisferio Reverdecido, El Dueño de la Superficie Azulada.
   Así es como se nombra, se canta y se celebra junto a la Abuela y al Abuelo, cuyos nombres son Xpiyacoc y Xmucané, Conservador y Protector, dos veces abuelo, dos veces abuela, tal como se dice en las antiguas historias quichés, de los que se cuenta todo lo que hicieron enseguida para la prosperidad y la civilización.
   Esto lo escribimos después de que fue promulgada la palabra de Dios, y dentro del Cristianismo; lo reproducimos, por que no se ve más el Libro Nacional, en el cual se veía claramente que hemos venido del otro lado del mar, (es decir) "el relato de nuestra existencia en el país de la sombra, y cómo vimos la luz y la vida", así como es llamado.

Primera parte
Capítulo primero
   Este es el primer libro escrito en la antigüedad, aunque su vista está oculta al que ve y piensa. Admirable es su aparición y el relato (que hace) del tiempo en el cual acabó de formarse todo (lo que es) en el cielo y sobre la tierra, la cuadratura y la cuadrangulación de sus signos, la medida de sus ángulos, su alineamiento y el establecimiento de las paralelas en el cielo y sobre la tierra, en los cuatro extremos, en los cuatro puntos cardinales, como fue dicho por El Creador y El Formador, La Madre, El Padre de la Vida, de la existencia, aquel por el cual se respira y actúa, padre y vivificador de la paz de los pueblos, de sus vasallos civilizados. Aquel cuya sabiduría ha meditado la excelencia de todo lo que hay en el cielo y en la tierra, en los lagos y en el mar.
   Este es el relato de cómo todo estaba en suspenso, todo estaba en calma y en silencio; todo estaba inmóvil, todo tranquilo, y vacía la inmensidad de los cielos.
   Esta es, pues, la primera palabra y el primer relato. No había aún un solo hombre, un solo animal; no había pájaros, peces, cangrejos, bosques, piedras, barrancas, hondonadas, hierbas ni sotos; sólo el cielo existía.
   La faz de la tierra no se manifestaba todavía; sólo el mar apacible y todo el espacio de los cielos.
   No había nada que formara cuerpo; nada que se asiese a otra cosa; nada que se moviera, que produjese el más leve roce, que hiciese (el menor) ruido en el cielo.
   No había nada erguido. (No había) sino las tranquilas aguas; sino el mar en calma y solo, dentro de sus límites, pues no había nada que existiera.
   No había más que la inmovilidad y el silencio en las tinieblas, en la noche. Estaba también solo El Creador, El Formador, El Domador, El Serpiente cubierta de Plumas. Los que engendran, los que dan la vida, están sobre el agua como una luz creciente.
   Están cubiertos de verde y azul, y he ahí por qué el nombre de ellos es Gucumatz, cuya naturaleza es de grandes sabios. He aquí cómo existe el cielo; cómo existe igualmente El Corazón del Cielo; tal es el nombre de Dios, así como se le llama. Entonces, fue cuando su palabra llegó aquí con El Dominador y Gucumatz, en las tinieblas y en la noche, y habló con El Dominador, El Gucumatz.
   Y ellos hablaron, y entonces se consultaron y meditaron; se comprendieron y unieron sus palabras y sus pensamientos.
   Entonces se hizo el día mientras se consultaban, y al alba se manifestó el hombre, cuando ellos tenían consejo sobre la creación y crecimiento de los bosques y de los bejucos; sobre la naturaleza de la vida y de la humanidad (creadas) en las tinieblas y en la noche por aquel que es El Creador del Cielo, cuyo nombre es Hurakán.
   El Relámpago es el primer signo de Hurakán; el segundo, El Surco del Relámpago; el tercero, El Rayo que Golpea, y los tres son El Corazón del Cielo.
   Luego vinieron ellos con El Dominador, El Gucumatz; entonces tuvieron consejo sobre la vida del hombre; como se harían las siembras, como se haría la luz; quien sería sostén y mantenedor de los dioses.
-¡Que así sea hecho! ¡Fecundaos! -(fue dicho)- Que esta agua se retire y cese de estorbar, a fin de que la tierra exista aquí; que se afirme y presente para ser sembrada, y que brille el día en el cielo y en la tierra, pues no habrá gloria, ni honor de todo lo que hemos creado y formado, hasta que no exista la criatura humana, la criatura dotada de razón.
   Así hablaron mientras la tierra era creada por ellos.
   Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra.
-¡Tierra! -dijeron, y al instante se formó.
   Como una neblina, o como una nube se formó en su estado material, cuando semejantes a cangrejos aparecieron sobre el agua las montañas y en un momento existieron las grandes montañas.
   Sólo una potencia y un poder maravillosos pudieron hacer lo que fue resuelto (sobre la existencia) de los montes y de los valles, y la creación de los bosques de ciprés y de pino (que aparecieron) en la superficie.
   Y así Gucumatz se alegró: «¡Bienvenido seas (exclamó) oh, Corazón del Cielo, oh Hurakán, oh, Surco del Relámpago, oh, Rayo que Golpea!»
-Lo que hemos creado y formado tendrá su término -respondieron ellos.
   Primero se formaron la tierra, los montes y los valles. El curso de las aguas fue dividido. Los arroyos comenzaron a serpentear entre las montañas. En ese orden existieron las aguas, cuando aparecieron las altas montañas.
   Así fue la creación de la tierra cuando fue formada por El Corazón del Cielo, y el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo y la tierra, todavía inertes, estaban suspendidos en medio del agua.
   Tal fue su fecundación cuando ellos la formaron, mientras meditaban acerca de su composición y perfeccionamiento.

Capítulo segundo
   Enseguida hicieron fecundos a los animales de la montaña, que son los guardianes de los bosques; los seres que pueblan los montes, los venados, los pájaros, los leones, los tigres, las víboras y el cantil, guardianes de los bejucos.
   Luego habló El que Engendra, El que da el Ser:
-¿Es para (quedar) en silencio, para (estar) sin movimiento, como la sombra de los bosques y de los bejucos? Por ello, es bueno que haya seres que los cuiden.
   Así fue como hablaron ellos, mientras provocaban la fecundación de las cosas; e inmediatamente existieron los venados y los pájaros. Entonces, pues, dieron moradas a los venados y a los pájaros.
-Tú, venado, dormirás en las riberas de los arroyos y en las barrancas. Allí permanecerás entre las malezas, en la hierba; en los bosques te multiplicarás; marcharás en cuatro pies y en cuatro pies vivirás -así como se dijo, así fue hecho.
   Luego fueron también repartidas las moradas de los grandes pájaros y de los pequeños pájaros.
-Vosotros, pájaros, os alojaréis en lo alto de los bosques, en lo alto de los bejucos. Allí hallaréis vuestros nidos y allí os multiplicaréis; creceréis en las ramas de los árboles y en los bejucos.
   Así fue dicho a los venados y los pájaros, mientras hacían lo que debían; y todos entraron en sus moradas o en sus nidos. Así fue como dio viviendas a los animales de la tierra El que Engendra, El que da el Ser.
   Siendo, pues, creados los venados y los pájaros, les fue dicho por El Creador y El Formador, El que Engendra, El que da el Ser:
-Gritad, gorjead ahora, puesto que (se os ha dado) el poder de gritar y de gorjear. Haced oír vuestro lenguaje, cada uno de acuerdo con su especie; cada uno según su género -así fue dicho a los venados, a los pájaros, a los leones, a los tigres y a las serpientes.
-Decid, pues, nuestro nombre, alabadnos, a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. Invocad, pues, a Hurakán, El Surco del Relámpago, El Rayo que Golpea, El Corazón del Cielo, El Corazón de la Tierra, El Creador, El Formador, El que Engendra, El que da el Ser. Hablad, llamadnos y saludadnos -les fue dicho.
   Pero les fue imposible hablar como el hombre. No hicieron sino gritar, cacarear, graznar, sin que se manifestara forma de lenguaje, gritando cada uno de diferente manera.
   Cuando el Creador y El Formador vieron que no podían hablar, dijéronse otra vez uno a otro:
-No han podido decir nuestro nombre, aunque seamos sus creadores y formadores. Ello no está bien -repitió El que Engendra, El que da el Ser.
   Y así fue dicho a los animales:
-Vosotros seréis cambiados, porque os ha sido imposible hablar. Hemos cambiado, pues, de parecer: tendréis vuestro alimento y vuestro pasto, vuestros nidos y vuestros cubiles en las barrancas y en los bosques, pues nuestra gloria no será perfecta, si vosotros no nos invocáis.
-Todavía hay (seres), y los hay, sin duda, que puedan saludarnos. Los haremos capaces de obedecer. Ahora, haced vuestro deber. En cuanto a vuestra carne, será triturada entre los dientes. ¡Así sea! He ahí, pues, vuestro destino -así fue como se les habló y al mismo tiempo se les hizo saber (estas cosas) a los animales grandes y pequeños, que están sobre la superficie de la tierra.
   Quisieron probar fortuna nuevamente. Quisieron hacer otra tentativa y probar de nuevo a que los adoraran. Pero no pudieron entender su lenguaje. Nada lograron y nada pudieron hacer.
   Así pues, su carne fue humillada, y todos los animales que moran sobre la faz de la tierra, condenados a ser muertos y comidos.
   Así fue como El Creador y El Formador, El que Engendra, El que da el Ser, hicieron un nuevo intento para crear la criatura humana.
-Que se ensaye de nuevo. Ya se acerca el tiempo de las siembras. He ahí la aurora (que va a aparecer). Hagamos a los (que deben ser) nuestros sostenedores y nuestros mantenedores -dijeron.
-¿Cómo (haremos) para ser invocados y conmemorados sobre la faz de la tierra? Hemos ensayado nuestra primera obra y nuestras primeras criaturas; pero no ha sido posible ser saludados ni honrados por ellas. Probaremos, pues, hacer hombres obedientes y respetuosos, (que sean nuestros) sostenedores y nuestros mantenedores -así dijeron. Entonces crearon y formaron al hombre. De barro hicieron su carne.
   Pero vieron que no estaba bien, pues no tenía consistencia. Sin movimientos, sin fuerza, el hombre era inepto y aguado. No movía la cabeza. La cara no se volvía sino a un lado. Tenía la vista velada y no podía ver hacia atrás. Fue dotado (del don) del habla, aunque no tenía inteligencia, e inmediatamente se consumió en el agua, sin poder estar erguido.
   Ahora bien, El Creador y El Formador exclamaron otra vez:
-Mientras más trabaja uno en ello, más incapaz es él de caminar y multiplicarse. ¡Que se haga, pues, un ser inteligente! -dijeron.
  Luego deshicieron y destruyeron una vez más su obra y su creación. Enseguida dijeron: «¿Cómo haremos para que puedan nacer (seres) que nos adoren y nos invoquen?».
   Dijeron entonces, mientras se consultaban de nuevo:
-Digamos a Xpiyacoc y a Xmucané, al Tirador de Cerbatana, al Tacuacín, al Tirador de Cerbatana al Coyote, probad suerte de nuevo. Ensayad a formarlos de nuevo.
   Así se dijeron entre ellos El Creador y El Formador, y hablaron entonces a Xpiyacoc y a Xmucané.
   Enseguida consultaron a esos adivinos, el Abuelo del Sol, la Abuela de la Luz, como son llamados por el Creador y El Formador, y son ésos los nombres de Xpiyacoc y de Xmucané.
   Y los de Hurakán hablaron con Tepeu y Gucumatz. Entonces dijeron al del Sol, al de la formación, que (son los adivinos):
-Es tiempo de ponerse de acuerdo de nuevo sobre los rasgos del hombre que hemos formado, para que (sea) una vez más (nuestro) mantenedor, a fin de que seamos invocados y recordados.
-Tomad, pues, la palabra, ¡oh, Tú que engendras y pares, nuestra Abuela y nuestro Abuelo, Xpiyacoc y Xmucané; haced que la germinación se haga, que el alba ilumine, que seamos invocados, que seamos adorados, que seamos recordados por el hombre formado, por el hombre creado, por el hombre erguido, por el hombre moldeado. Haced que así sea.
-¡Manifestad vuestro nombre, oh, Tirador de Cerbatana al Tacuacín, oh Tirador de Cerbatana al Coyote, dos veces engendrador, dos veces procreador, Gran Jabalí, Gran Picador de Espinas, El de la Esmeralda, El Joyero, El Cincelador, El Arquitecto, El del Planisferio Verde, El de la Superficie Azulada, El Dueño de la Resina, El Jefe de Toltecat, Abuelo del Sol, Abuela del Día, porque así seréis llamados por vuestras obras y vuestras criaturas!
-Echad suertes con vuestro maíz, con vuestro tzité, para saber si se hará y resultará, que labremos y tallaremos su boca, y su rostro en madera -así fue dicho a los adivinos.
   Llegó (el momento) de echar suertes y de saludar el rito del encantamiento con maíces y tzité.
-¡Suerte, criaturas! -les dijeron entonces una vieja y un viejo.
   Ahora bien, ese viejo era el maestro de las suertes con tzité: Xpiyacoc se llamaba; pero la vieja era la adivina, La Formadora, cuyo nombre (era) Chirakán Xmucané.
   Así, pues, ellos hablaron de esta manera cuando el sol se detenía en el meridiano:
-Es tiempo de ponerse de acuerdo. Habla; que nosotros escuchemos; que nosotros hablemos y digamos si es preciso que la madera sea labrada y esculpida por El Formador y El Creador, y si éste será el sostenedor y el mantenedor, cuando la germinación se haga y nazca el día.
-¡Oh, maíz, oh, tzité, oh, sol, criatura, uníos, ayuntaos! -así fue dicho al maíz, al tzité, al sol y a la criatura.
-Y tú, oh Corazón del Cielo, sonrójate; ¡no humilles a Tepeu ni a Gucumatz!
   Luego hablaron y dijeron la verdad: «Así está bien que se hagan vuestros muñecos, labrados en madera; que hablen y razonen a su gusto sobre la tierra».
-Así sea -respondieron ellos cuando hablaron.
   En el mismo instante fueron hechos de madera los muñecos. Se formaron los hombres. Los hombres razonaron y éstas son las gentes que (habitan) la superficie de la tierra.
   Existieron y se multiplicaron; engendraron hijas e hijos, muñecos labrados en madera; pero no tenían corazón, ni inteligencia, ni recuerdo de su Formador, de su Creador. Llevaban una existencia inútil y vivían como animales.
   No se recordaban ya del corazón del Cielo, y por ello cayeron en desgracia. No fue, pues, sino un ensayo, un intento de hacer hombres, que hablaron al principio, pero cuyo rostro se enjutó.
   Sus pies y sus manos no tenían consistencia. No tenían sangre ni sustancia, ni humedad, ni grasa. Las mejillas secas era (todo lo que ofrecían) sus caras. Aridos eran sus pies y sus manos; fláccida su carne.
   Por esa razón no pensaban en hacer reverencias ante El Formador y El Creador, su padre y providencia.
   Ahora bien, estos fueron los primeros hombres que existieron en gran número aquí sobre la faz de la tierra.

Capítulo tercero
   Enseguida llegó el fin (de esos hombres); la ruina y destrucción de tales muñecos labrados en madera, que fueron igualmente condenados a muerte.
   Entonces las aguas se precipitaron por voluntad de El Corazón del Cielo y se produjo una gran inundación, que cubrió los muñecos; esos seres hechos de madera.
   De tzité (se hizo) la carne del hombre; pero cuando la mujer fue labrada por El Formador y El Creador, el zibak (entró en) la carne de la mujer. Debió entrar en su constitución por orden de El Formador y de El Creador.
   Pero los nuevos seres no pensaban ni hablaban delante de su Formador y de su Creador, del que los hizo, del que los había hecho nacer.
   Y así fueron destruidos; fueron inundados, al mismo tiempo que una espesa resina bajó del cielo. (El pájaro) llamado Xecotcovach les sacó los ojos; el Camalotz les decapitó; el Cotzbalam devoró sus carnes; el Tucumbalam quebró y trituró sus huesos y sus cartílagos. Y sus cuerpos fueron reducidos a polvo y dispersados, como castigo a sus personas.
   Fueron castigados por que no habían pensado en su madre ni en su padre, el que es El corazón del Cielo, cuyo nombre es Hurakán.
   Así es como a causa de ellos se oscureció la superficie de la tierra y una tenebrosa lluvia comenzó a caer, lluvia de día, lluvia de noche.
   Llegaron (entonces) todos los animales, grandes y pequeños (y los hombres fueron) golpeados en sus propias caras por los palos y las piedras. Todos los que les habían servido hablaron: sus comales, sus platos, sus ollas, sus perros, sus gallinas, todos los golpearon en sus propias caras.
-Nos habéis tratado mal; nos mordíais; por ello seréis ahora castigados -dijeron sus perros y sus gallinas.
   Y he aquí que los metates (les dijeron a su vez):
-Nosotros fuimos atormentados todos los días por vosotros; de día y de noche, siempre holi, holi, huqui, huqui, hacían nuestras caras por vuestra causa. Todo ello lo hemos sufrido de vosotros; pero ahora que habéis cesado de ser hombres, vais a sentir nuestra fuerza, pues moleremos y reduciremos a polvo vuestras carnes -así hablaron los metates.
   Y he aquí que los perros tomaron a su vez la palabra y dijeron:
-¿Por qué no nos dabais de comer? Apenas se nos veía, y ya éramos echados y perseguidos. El palo para pegarnos estaba (siempre) listo, mientras comíais.
-Así nos tratabais y éramos incapaces de hablar. Sin ello, no os habríamos (dado) la muerte ahora. ¿Cómo, pues, no razonabais; cómo no pesabais, pues, en vosotros mismos?
-Os destruiremos. Ahora probaréis los dientes que hay en nuestra boca; os devoraremos, les decían los perros, destrozándoles la cara.
   Sus comales y sus ollas les hablaron a su vez:
-Vosotros nos causabais mal y daños, tiznando con el humo nuestras bocas y nuestras caras; siempre nos teníais al fuego quemándonos, aunque nosotros nada sintiésemos. Vosotros lo sentiréis a su vez. Os quemaremos -exclamaron las ollas, insultándoles ante todos. Lo mismo (hicieron) los tenamastes (pidiendo) que el fuego quemara con violencia sus cabezas, por el mal que les habían hecho.
   (Entonces se vio a los hombres) correr, empujándose unos a otros, llenos de desesperación. Querían subirse sobre las casas, pero las casas, desmoronándose, les hacían caer (al suelo). Intentaban subir a los árboles, y los árboles los lanzaban lejos; corrían a esconderse en las cavernas, y las cavernas se cerraban ante ellos.
   Así (se cumplió) la ruina de esas criaturas humanas, destinadas a ser confundidas y destruidas. En esa forma fueron entregadas a la destrucción y al desprecio.
   Se dice que su descendencia (se ve aún) en esos monitos que viven actualmente en los bosques. Esa fue la señal que quedó de ellos, porque sólo de madera fue hecha su carne por El Formador y El Creador.
   Y por tal razón el mono se parece al hombre. Es la muestra de una generación de seres humanos (que no eran) sino muñecos, (hombres) hechos de madera.

Capítulo cuarto
   Ahora bien, (no había entonces) sino muy poca claridad en la superficie de la tierra; aún no existía el día; pero (había allí) un hombre que se enorgullecía de sí mismo, llamado Vukub-Cakix.
   Existían el cielo y la tierra, aunque las caras del sol y de la luna estaban todavía ocultas.
   Decía, pues, (Vukub-Cakix): «En verdad, lo que queda de esas gentes que se ahogaron es algo extraordinario; y su existencia es como la de los seres sobrenaturales».
-Seré, pues, grande ahora sobre todos los seres creados. Soy su sol, su aurora y su luna. ¡Así sea! Grande es mi esplendor. Por mí van y caminan los hombres, pues de plata es el globo de mis ojos, resplandecientes como piedras preciosas, y el esmalte de mis dientes brilla como la faz del cielo.
-Mi nariz brilla a lo lejos como la luna. De plata es mi trono, y la faz de la tierra se ilumina cuando me adelanto hacia mi trono.
-Así, pues, soy el sol, soy la luna, causa de la cultura, de la felicidad de mis vasallos. Así será, pues mi vista alcanza muy lejos.
   (Así) hablaba Vukub-Cakix, aunque en verdad él no era el sol; sólo se vanagloriaba de sus pedrerías, de sus riquezas.
   En realidad, su vista terminaba en el horizonte y no alcanzaba el mundo entero.
   Aún no se veían las caras del sol, de la luna ni de las estrellas. No había amanecido.
   Así, pues, Vukcub-Cakix se envanecía como si fuera (el igual) del sol y de la luna, pues la luz del sol y la de la luna todavía no habían comenzado a brillar ni a manifestarse. Sólo sus deseos de grandeza le hacían estar más allá de (todo).
   Y fue en ese tiempo cuando se produjo la inundación a causa de los muñecos (y de los hombres) hechos de madera.
   Ahora contaremos, pues, cómo murió Vukub-Cakix, cuándo fue abatido, y en qué tiempo fue hecho el hombre por la mano de El Formador y de El Creador.

Parte Tercera
Capítulo décimo
(...)
   Dijo entonces Ixbalamqué a Hunahpú: «¿Comenzará ya a amanecer? Mira tú».
-Tal vez sí, voy a ver -contestó éste.
   Y como tenía muchas ganas de ver afuera de la boca de la cerbatana y quería ver si había amanecido, al instante le cortó la cabeza Camazotz y el cuerpo de Hunahpú quedó decapitado.
   Nuevamente preguntó lxbalanqué: «¿No ha amanecido todavía?» Pero Hunahpú no se movía.
-¿A dónde ha ido Hunahpú? ¿Qué es lo que has hecho? -pero no se movía, y permanecía callado.
   Entonces se sintió avergonzado lxbalanqué y exclamó: «¡Desgraciados de nosotros! Estamos completamente vencidos».
   Fueron enseguida a colgar la cabeza sobre el juego de pelota por orden expresa de Hun-Camé y Vucub-Camé, y todos los de Xibalbá se regocijaron por lo que le había sucedido a la cabeza de Hunahpú.

Capítulo undécimo
   Enseguida llamó lxbalanqué a todos los animales, al pisote, al jabalí, a todos los animales pequeños y grandes, durante la noche, y a la madrugada les preguntó cuál era su comida.
-¿Cuál es la comida de cada uno de vosotros? Pues yo os he llamado para que escojáis vuestra comida -les dijo lxbalanqué.
-Muy bien -contestaron. Y enseguida se fueron a tomar cada uno lo suyo, y se marcharon todos juntos. Unos fueron a tomar las cosas podridas; otros fueron a coger hierbas; otros fueron a recoger piedras. Otros fueron a recoger tierra. Variadas eran las comidas de los animales pequeños y de los animales grandes.
   Detrás de ellos se había quedado la tortuga, la cual llegó contoneándose a tomar su comida. Y llegando al extremo del cuerpo tomó la forma de la cabeza de Hunahpú, y al instante le fueron labrados los ojos.
   Muchos sabios vinieron entonces del cielo. El Corazón del Cielo, Huracán, vinieron a cernerse sobre la Casa de los Murciélagos.
   Y no fue fácil acabar de hacerle la cara, pero salió muy buena; la cabellera también tenía una hermosa apariencia, y asimismo pudo hablar.
   Pero como ya quería amanecer y el horizonte se teñía de rojo: «¡Oscurece de nuevo, viejo!», le fue dicho al zopilote.
-Está bien -contestó el viejo, y al instante oscureció el viejo. «Ya oscureció el zopilote», dice ahora la gente.
   Y así, durante la frescura del amanecer, comenzó su existencia.
-¿Estará bien? -dijeron- ¿Saldrá parecido a Hunahpú?
-Está muy bien -contestaron. Y efectivamente, parecía de hueso la cabeza, se había transformado en una cabeza verdadera.
   Luego hablaron entre sí y se pusieron de acuerdo:
-No juegues tú a la pelota; haz únicamente como que juegas yo sólo lo haré todo -le dijo Ixbalanqué.
   Enseguida le dio sus órdenes a un conejo:
-Anda a colocarte sobre el juego de pelota, quédate allí entre el encinal -le fue dicho al conejo cuando se le dieron estas instrucciones durante la noche.
   Enseguida amaneció y los dos muchachos estaban buenos y sanos. Luego bajaron a jugar a la pelota. La cabeza de Hunahpú estaba colgada sobre el juego de pelota.
-¡Hemos triunfado! ¡Habéis labrado vuestra propia ruina; ¡os habéis entregado! -les decían. De esta manera provocaban a Hunahpú.
-Pégale a la cabeza con la pelota -le decían. Pero no lo molestaban con esto, él no se daba por entendido.
   Luego arrojaron la pelota los Señores de Xibalbá. lxbalanqué le salió al encuentro; la pelota iba derecho al anillo, pero se detuvo, rebotando, pasó rápidamente por encima del juego de pelota y de un salto se dirigió hasta el encinal.
   El conejo salió al instante y se fue saltando; y los de Xibalbá corrían persiguiéndolo. Iban haciendo ruido y gritando tras el conejo. Acabaron por irse todos los de Xibalbá.
   Enseguida se apoderó Ixbalanqué de la cabeza de Hunahpú; se llevó de nuevo la tortuga y fue a colocarla sobre el juego de pelota. Y aquella cabeza era verdaderamente la cabeza de Hunahpú y los dos muchachos se pusieron muy contentos.
   Fueron, pues, los de Xibalbá a buscar la pelota y habiéndola encontrado entre las encinas, los llamaron, diciendo:
-Venid acá. Aquí está la pelota, nosotros la encontramos -dijeron, y la tenían colgando.
   Cuando regresaron los de Xibalbá exclamaron: «¿Qué es lo que vemos?»
   Luego comenzaron nuevamente a jugar. Tantos iguales hicieron por ambas partes.
   Enseguida lxbalanqué le lanzó una piedra a la tortuga; ésta se vino al suelo y cayó en el patio del juego de pelota hecha mil pedazos como pepitas, delante de los Señores.
-¿Quién de vosotros irá a buscarla? ¿Dónde está el que irá a traerla? -dijeron los de Xibalbá.
   Y así fueron vencidos los señores de Xibalbá por Hunahpú e Ixbalanqué. Grandes trabajos pasaron éstos, pero no murieron, a pesar de todo lo que les hicieron.

Tercera parte
Capítulo primero
   Ahora bien, cuando se comenzó a pensar en el hombre y a buscar lo que debía entrar en la carne del hombre, entonces hablaron El que Engendra y El que da el Ser, El Creador y El Formador, nombrados Tepeu y Gucumatz.
   Ya la aurora se aproxima. La obra está concluida. Así queda ennoblecido el apoyo, el mantenedor (del altar), el hijo de la luz, el hijo de la civilización. He ahí el nombre esclarecido, y honrada la humanidad sobre la faz de la tierra, dijeron ellos.
   Vinieron, pues. Se reunieron en gran número. Juntaron sus sabios consejos en las tinieblas de la noche. Luego buscaron, y moviendo la cabeza, se consultaron, pensando (en lo que harían).
   De esa manera salieron a luz las sabias decisiones de esos hombres esclarecidos. Ellos encontraron y descubrieron lo que debía entrar en la carne del hombre. Ahora bien, poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran sobre ellos, sobre El Creador y El Formador.
   En Paxil y en Cayalá así llaman (a ese lugar), nacieron las mazorcas de maíz amarillo y de maíz blanco.
   Y he aquí los nombres de los animales que fueron a buscar alimento: yac (gato de monte); utiú (coyote); quel (cotorra o chocoyo) y hoh (cuervo). Cuatro animales que dieron noticia de las mazorcas de maíz amarillo y de las de maíz blanco, que llegaban a Paxil, y que les mostraron el camino de Paxil.
   Allí fue donde obtuvieron al fin los alimentos que entraron en la carne del hombre creado, del hombre formado. Esa (fue) su sangre, que llegó a ser la sangre del hombre; el maíz entró en él por el cuidado de El que Engendra, de El que da el Ser.
   Así se regocijaron de haber llegado por fin a aquel país excelente, tan pródigo en cosas sabrosas, donde abundaba el maíz amarillo y el maíz blanco, donde abundaba también el pek, el cacao; donde eran incontables los árboles de zapote, los anonos, los jocotes, los nances, los ahachés, la miel. Abundaban allí, en fin, los mejores alimentos en ese pueblo de Paxil, de Cayalá, (pues tal era) su nombre.
   Había alimentos de todas clases, pequeños y grandes; plantas pequeñas y plantas grandes, cuyo camino les había sido mostrado por los animales.
   Entonces se comenzó a moler el maíz amarillo, el maíz blanco, y Xmucané compuso con él nueve bebidas, y de ese alimento que entraba (en el cuerpo) hizo nacer la fuerza y el vigor, y dio carne y músculos al hombre.
   Eso fue lo que hicieron El que Engendra y El que da el Ser, Tepeu y Gucumatz, como son llamados.
   A continuación entraron en pláticas para hacer y formar a nuestra primera madre y a nuestro primer padre. Sólo maíz amarillo y maíz blanco (entraron en) su carne y fueron el único alimento de las piernas y de los brazos del hombre.
   Y ellos fueron nuestros primeros padres, los cuatro hombres formados y en los que este alimento (se hizo) su carne.

Capítulo segundo
   He aquí los nombres de los primeros hombres creados y formados. Este es el primer hombre, Balam-Quitzé. El segundo es Balam-Agab. El tercero, Mahucutah, y el cuarto, Iqi-Balam. Y éstos son los nombres de nuestras primeras madres y primeros padres.
   Sólo se les llamó seres modelados y formados. No tuvieron ni madre ni padre, y nosotros los llamamos simplemente hombres.
   La mujer no les dio el ser, y no fueron tampoco engendrados por El Edificador ni El Formador, por El que Engendra y El que da el Ser.
   Su creación y su formación fueron un prodigio, un verdadero encantamiento, realizado por El Creador y El Formador, por El que Engendra y por El que da el Ser, Tepeu y Gucumatz. Al aparecer como hombres, hombres, pues, fueron. Hablaron y razonaron, vieron y oyeron, anduvieron y palparon. Hombres perfectos y hermosos y cuya figura era una figura humana.
   Fue y existió (en ellos) el pensamiento. Vieron y al instante se elevó su mirada. Su vista abrazó todo. Conocieron el mundo entero, y cuando lo contemplaban, su mirada se dirigía, en un momento, de la bóveda del cielo a la superficie de la tierra.
   Veían las cosas más ocultas a su voluntad, sin tener necesidad de moverse antes. Y cuando luego volvían la vista a este mundo, veían igualmente todo lo que él contiene.
   Grande fue su sabiduría. Su genio se extendió sobre los bosques, sobre las rocas, sobre los lagos y los mares, sobre las montañas y sobre los valles. Hombres verdaderamente dignos de admiración (así eran) Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah e Iqi-Balam.
   Entonces fueron interrogados por El Edificador y El Formador.
-¿Qué es lo que pensáis de vuestro ser? No veis nada. No oís nada. ¿No son buenos vuestro lenguaje y vuestra manera de andar?
-Mirad, pues, y ved bajo el cielo si aparecen las montañas y los valles. Procurad verlos ahora -les fue dicho.
   Después vieron el conjunto de todo lo que hay bajo el cielo. Luego dieron gracias a El Creador y a El Formador (diciendo):
-En verdad os damos las gracias. Hemos recibido la existencia; hemos recibido una boca, un rostro. Hablamos, oímos, pensamos, andamos, sentimos y conocemos igualmente bien lo que está lejos y lo que está cerca.
-Vemos también todas las cosas grandes y las cosas pequeñas en el cielo y en la tierra. ¡Gracias, pues, a vos, hemos sido creados, oh, Edificador, oh, Formador! ¡Existimos ya, oh, abuela nuestra, oh, nuestro abuelo! -dijeron al darles las gracias por su creación y por su existencia.
   Y acabaron de contemplar y de ver todo lo que existe en los cuatro rincones y en los cuatro ángulos en el cielo y sobre la tierra.
   Pero El Edificador y El Formador no oyeron tales cosas con gusto.
-No está bien lo que dicen nuestras criaturas. Ellas saben de todas las cosas grandes y de las pequeñas -dijeron ellos.
   Por ello se tomó de nuevo el parecer de El que Engendra, de El que da el Ser.
-¿Qué haremos ahora con ellos? Que su vista se acorte y (que se contenten) con mirar sólo una parte de la superficie de la tierra -(dijeron).
-No está bien lo que dicen. Su naturaleza no debe ser, pues, sino la de simples criaturas. Pero serán otros tantos dioses, si procrean lo suficiente y si se desarrollan cuando hagan las siembras, cuando amanezca, si se multiplican. ¡Así sea!
-Limitemos un poco (nuestra obra), a fin de que les falte (algo). No está bien lo que vemos. ¿Querrán por ventura igualarse a nosotros, que los hemos hecho; a nosotros, cuya sabiduría se extiende tan lejos y conoce todo?
   Eso dijeron El Corazón del Cielo, Hurakán, El Surco del Relámpago, El Rayo que Golpea, Tepeu y Gucumatz, El que Engendra, El que da el Ser, Xpiyacoc, El Edificador y El Formador. Así hablaron y enseguida cambiaron la naturaleza de sus criaturas y de su obra.
   Entonces El Corazón del Cielo les pasó una nube sobre las pupilas de los ojos, que se empañaron como la luna de un espejo que se cubre de vapor. El globo de sus ojos fue así oscureciendo. No vieron sino lo que estaba cerca y sólo eso era claro para ellos.
   Así fue destruida su sabiduría y toda la ciencia de los cuatro hombres, su origen y su principio. Así fueron formados y creados nuestros primeros abuelos y padres por El Corazón del Cielo, El Corazón de la Tierra.
   Existieron también sus esposas, y sus mujeres fueron formadas. Dios fue consultado igualmente. Así, pues, durante su sueño recibieron sus bellas mujeres, que se encontraron con Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah e Iqi-Balam.
   Sus mujeres se hallaban allí cuando despertaron. Pronto sus corazones se regocijaron a causa de sus esposas.

Capítulo tercero
   He aquí los nombres de sus mujeres: Caha-Paluná, nombre de la mujer de Balam-Quitzé. Chomihá, se llamaba la de Balam-Agab. Tzunihá, la de Mahucutah, y Cakix-há, la de Iqi-Balam. Son los nombres de sus esposas, que fueron princesas.
   Ellos engendraron a los hombres, a las pequeñas tribus y a las grandes tribus. Fueron el origen de todos nosotros, la gente de la nación quiché. Al mismo tiempo existieron en gran número los sacrificadores, que no fueron sólo cuatro, aunque sólo cuatro fueron nuestras madres, las de la nación quiché.
   Diferentes eran los nombres de cada uno de los que se propagaron allá en el Oriente, y sus nombres han venido a ser los de las naciones de Tepeu, de Olomán, de Cohah, de Quenech, de Ahau, como se llamaba a aquellos hombres allá en el Oriente, donde se multiplicaron.
   Se conoce igualmente el origen de los Tamub y el de los de Ilocab, que vinieron juntos de los países de Oriente.
   Balam-Quitzé es el abuelo y padre de las nueve grandes casas o familias de los Cavek. Balam-Agab, el abuelo y padre y de las nueve casas de Nihaib. Mahucutah, el abuelo y padre de las cuatro grandes casas de Ahau-Quiché.
   Existieron tres grupos de familias, sin que hubiesen olvidado el nombre de su abuelo y el de su padre, que se propagó y multiplicó allá en Oriente.
   Vinieron también los Tamub y los de Ilocab, con trece ramas de pueblos; los trece de Tecpán. Luego los de Rabinal, los cakchiqueles, los de Tziquinahá. Enseguida los de Zacahá; después los de Lamak, de Cumatz, de Tuhalhá, de Uchabahá, los de Chimilahá, los de Quibahá, losde Batenab, de Acul-Vinak, de Balamihá, de Canchahel y de Balam-Colob.
   Y ésas son solamente las tribus principales, las ramas de los pueblos, como nosotros lo decimos, no habiendo mencionado sino las principales. Hay todavía muchas otras que salieron de los alrededores de cada poblado, pero no escribiremos sus nombres, sino sólo diremos que se propagaron en los países donde sale el sol.
   Muchos hombres fueron formados y en la oscuridad se multiplicaron. La civilización no existía aún cuando se reprodujeron, pero vivían todos juntos, y grande fue su existencia y su fama en los países de Oriente.
   Entonces no se servían todavía ni sostenían (los altares de los dioses). Sólo volvían los ojos al cielo y no sabían lo que habían venido a hacer de tan lejos.
   Allá vivían contentos los hombres negros y los hombres blancos. Dulce (era) el aspecto de esas gentes. Dulce la lengua de esos pueblos, que eran muy inteligentes.
   Hay generaciones bajo el cielo y hay países y gentes a los que no se les ve el rostro. No tienen casas y recorren como insensatos las montañas pequeñas y las grandes montañas. Así decían, despreciando el país de esas gentes.
   Así hablaban los de allá, donde veían la salida del sol. Ahora bien, una misma era la lengua de todos. No invocaban todavía la madera ni la piedra, y sólo recordaban la palabra del Creador y de El Formador, de El Corazón del Cielo y de El Corazón de la Tierra.
   Y hablaban meditando sobre lo que ocultaba la aparición del día, y llenos de la palabra sagrada, llenos de amor, de obediencia y de temor, hacían sus peticiones, y después levantando los ojos al cielo, pedían hijos e hijas.
-¡Salud, oh, Creador, oh, Formador! ¡Tú, que nos ves y nos oyes, no nos abandones, no nos dejes! ¡Oh, Dios, que estás en el cielo y sobre la tierra, oh, Corazón del Cielo, oh, Corazón de la Tierra, dadnos nuestra descendencia y nuestra posteridad mientras camine el sol y aparezca la aurora. ¡Que las semillas germinen, así como la luz!
-Dadnos el don de marchar siempre por caminos abiertos y veredas sin emboscadas. Que estemos siempre tranquilos y en paz con los nuestros. Que pasemos una vida feliz. Dadnos, pues, una vida, una existencia al abrigo de todo reproche, ¡oh. Hurakán, oh, Surco del Relámpago, oh, Rayo que Golpea! ¡Oh, Chipi-Nanauac, Raxa-Nanauac, Voc, Hunahpú, Tepeu, Gucumatz! ¡Oh, tú que engendras y das el ser, Xpiyacoc, Xmucané, Abuela del Sol, Abuela de la Luz, haz que las semillas germinen y que se haga la luz!
   Así fue como hablaron, mientras estaban en reposo, invocando la vuelta de la luz.
   Y en espera de la salida del sol, contemplaban la estrella de la mañana, ese gran astro precursor del sol, que ilumina la bóveda del cielo y la faz de la tierra, por todas partes donde se mueven las criaturas humanas.

Capítulo cuarto
   Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah e Iqi-Balam, dijeron:
-Aguardemos aún la salida del sol. Así hablaron esos grandes sabios, esos hombres instruidos en las ciencias; esos hombres dignos de respeto y de obediencia, como se les llamaba.
-Y todavía no existían madera ni piedra (esculpidas), que nuestros padres y madres protegieran. Pero sus corazones estaban cansados allí de esperar el sol, y ya eran muy numerosas las tribus, así como la nación de los yaquis, los sacrificadores.
-Vámonos, pues, vamos a buscar, vamos a ver si están guardados nuestros símbolos. Procuremos hallar lo que pondremos a arder ante ellos, pues estando de esta manera, no tenemos ninguna persona que vele por nosotros.
   Así hablaron Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah e Iqi-Balam.
   Ahora bien, una sola ciudad oyó el discurso de ellos y luego partieron.
   Los nombres del lugar a donde se dirigieron Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah e Iqi-Balam, y los de Tamub e Ilocab, eran Tulán-Zuiva, Siete-Cuevas, Siete-Barrancos. Tal es el nombre de la ciudad a donde fueron a recibir sus dioses.
   Y llegaron todos a Tulan. No se podía contar el número de las gentes que llegaban. Todos entraban caminando ordenadamente.
   Se les dieron sus dioses. Los primeros fueron los de Balam-Quitzé, de Balam-Agab, de Mahucutah y de Iqi-Balam, que se llenaron de alegría.
-¡Por fin hemos hallado (lo que buscábamos!) -dijeron.
   He aquí, pues, que el primero que salió fue Tohil (y éste es el nombre del dios). Levantaron su arca que fue llevada por Balam-Quitzé. Enseguida salió Avilitz, nombre del dios que bajó Balam-Agab. Hacavitz fue, según esto, el dios que recibió Mahucutah, y Nicahtagah el que entregaron a Iqi-Balam.
   De la misma manera que la nación quiché, recibieron también (sus dioses) los de Tamub. Y Tohil es igualmente el dios de los Tamub, que recibieron el abuelo y padre de los príncipes de los Tamub, que conocemos todavía hoy.
   En fin, la tercera tribu era la de Ilocab. Tohil fue asimismo el dios que recibieron los abuelos y los padres, y sus príncipes que conocemos ahora.
   Tales son los nombres de las tres (familias) quichés, que no se separaron, porque uno era el nombre de su dios: Tohil el de los quichés; Tohil el de los Tamub y el de los de Ilocab. No teniendo sino un solo nombre su dios, no se separaron nunca esas tres familias quichés.
   Grande (era) en verdad la naturaleza de Tohil, Avilitz y Hacavitz.
   Y entonces llegaron todas las tribus: los rabinaleños, los cakchiqueles y los tziquinahá, con la nación yaqui, como se les llama ahora.
   Pues bien, allá fue donde se alteró la lengua de las tribus. Diferentes volviéronse sus lenguas. No se entendían claramente cuando llegaron a Tulan. Así, pues, allá fue donde se dividieron. Hubo algunas que se fueron hacia el Oriente y muchas vinieron hacia acá.
   Y la piel de los animales fue su único vestido. No tenían buenas telas en abundancia, con las cuales hubieran podido vestirse. La piel de los animales era su único atavío. Eran pobres. Nada poseían, pero su naturaleza era de hombres prodigiosos.
   Cuando llegaron a Tulán-Zuiva, a Siete Cuevas, a Siete-Barrancos -dicen las antiguas historias- largo había sido su camino para llegar a Tulan.

Capítulo quinto
   No había entonces fuego; únicamente lo tenían los de Tohil, y éste es el dios de la nación y el primero que creó el fuego. No se sabe cómo se produjo, pues brillaba ya cuando lo vieron Balam-Quitzé y Balam-Agab.
-¡Ah, ya no tenemos nuestro fuego! Moriremos de frío -repitieron ellos.
   Entonces Tohil respondió:
-No os aflijáis. A vosotros (corresponderá) guardar o destruir ese fuego, del cual habláis, les replicó.
-¿En verdad, será así, oh, Dios, oh, tú que eres nuestro sostén y nuestro mantenedor; tú, nuestro dios? -le dijeron, ofreciéndole presentes.
   Tohil habló: «Está bien. Ciertamente soy vuestro dios. ¡Que así sea! Soy vuestro señor. ¡Que así sea!»; fue dicho por Tohil a los sacrificadores. Y así se calentaron las tribus y se regocijaron a causa del fuego.
   Pero enseguida comenzó a caer un gran aguacero, que apagó el fuego de las tribus y muchos granizos cayeron sobre la cabeza de las tribus, y su fuego se apagó entonces a causa del granizo. Y ya no hubo más fuego del que se había hecho.
   Entonces Balam-Quitzé y Balam-Agab pidieron fuego una vez más a Tohil.
-¡Oh, Tohil, en verdad morimos de frío! -dijeron.
-No será así. No os aflijáis -respondió Tohil.
   Y al instante hizo fuego, golpeándose la sandalia.
   Enseguida Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah e Iqi-Balam se regocijaron y después se recalentaron. Ahora bien, el fuego de las tribus también se había extinguido y se morían de frío. Luego vinieron a pedirlo a Balam-Quitzé, a Balam-Agab, a Mahucutah y a Iqi-Balam. Y ya no podían soportarlo, ni la helada, temblando (como estaban todos), y dando diente contra diente, ya no tenían vida. Los pies y las manos entumecidos, al extremo de que ya no podían coger nada con ellas cuando llegaron.
-No nos despreciéis ahora que (estamos) con vosotros para pediros que nos deis un poco de vuestro fuego -dijeron al llegar.
   Pero no se les recibió bien y entonces se entristeció el corazón de las tribus.
   Ahora bien, el lenguaje de Balam-Quitzé, de Balam-Agab, de Mahucutah y de Iqi-Balam era ya diferente.
-¡Ay, hemos abandonado nuestra lengua! ¿Cómo hemos hecho esto? Estamos arruinados. ¿En dónde, pues, fuimos engañados? No teníamos sino una sola lengua cuando vinimos de Tulan. Uno solo era nuestro modo de conservar (el altar) y una sola nuestra educación.
-No está bien lo que hemos hecho -repitieron todas las tribus, en los bosques y bajo los bejucos.
   En ese momento se presentó un hombre ante Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah e Iqi-Balam, y el mensajero de Xibalbá les habló de esta manera:
-En verdad éste es vuestro dios. Este es vuestro sostén y el representante y la sombra de vuestro Creador y de vuestro Formador. No les deis, pues, su fuego a las tribus, hasta que ellas hayan ofrendado a Tohil, que habéis tomado por vuestro señor, lo que ellas os han dado. Preguntad, pues a Tohil lo que deberán dar para recibir el fuego -dijo (este mensajero) de Xibalbá.
   Su apariencia era la de un murciélago.
-Soy enviado por vuestro Creador, por vuestro Formador -dijo también el (mensajero) de Xibalbá.
   Al oír tales palabras llenáronse de alegría y el corazón de Tohil, Avilitz y de Hacavitz, se exaltó igualmente, mientras hablaba el (enviado) de Xibalbá, que desapareció inmediatamente de su vista sin dejar (por ello) de existir.
   Entonces llegaron las tribus que se morían también de frío (pues caía) mucho granizo, y con la lluvia negra que se congelaba, hacía un frío indescriptible.
   Todas las tribus estaban temblando y tiritando de frío cuando llegaron a donde estaban Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah e Iqi-Balam. Grande era la aflicción de sus corazones y tristes estaban sus bocas y sus miradas.
   Enseguida volvieron furtivamente ante Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah e Iqi-Balam y les dijeron:
-¿No tendréis compasión de nosotros, de nosotros, que sólo pedimos un poco de vuestro fuego? ¿Acaso no es uno nuestro origen y una nuestra morada? ¿No fue una sola nuestra patria cuando fuisteis creados y formados? ¡Tened, pues, piedad de nosotros! -repitieron las tribus.
-¿Qué nos daréis para que tengamos misericordia de vosotros? -les respondieron los dioses.
-Pues bien, os daremos dinero -contestaron las tribus.
-No queremos dinero -replicaron Balam-Quitzé y Balam-Agab.
-¿Y qué es lo que queréis, pues?
-Pronto lo preguntaremos (a Tohil).
-Está bien. Iremos, pues, a preguntarlo a Tohil y enseguida os lo comunicaremos -les fue contestado.
-¿Qué deben dar las tribus, ¡oh, Tohil!, las que han venido a pedir tu fuego?, dijeron Balam-Quitzé, Balam-Agab, Mahucutah e Iqi-Balam.
-¡Bueno! ¿Querrán unirse (a mí) bajo su cintura y bajo su sobaco? ¿Consiente su corazón que me abracen a mí, Tohil? Si no lo desean, no les daré fuego -repuso Tohil.
-Decidles que (eso no se hará sino) poco a poco. Que no unirán por ahora su cintura y su sobaco, os dice él, les diréis vosotros -así fue respondido a Balam-Quitzé, a Balam-Agab, a Mahucutah y a Iqi-Balam.
   Entonces ellos transmitieron la palabra de Tohil.
-Está muy bien. Nos uniremos y le abrazaremos -respondieron al oír y recibir la palabra de Tohil.
   No tardaron mucho en cumplir su promesa.
-Está bien, pero (que sea pronto), dijeron al recibir el fuego, después de lo cual se calentaron.

     Según se desprende de la lectura de El Popol Vuh, los dioses realizaron cuatro intentos hasta que lograron la perfección del hombre. Repitieron el acto de la creación cuatro veces hasta alcanzar la perfección definitiva.

     En el primer ensayo, los dioses crearon unos seres que no tenían conocimiento y no sabían entender el calendario ni adorar a sus creadores. Estos primeros habitantes fueron convertidos en animales destinados a ser cazados y perseguidos por los seres humanos.

     Tras su fracaso inicial, los dioses intentaron nuevamente crear al hombre a partir del barro. Pero resultó que dicho material era muy blando y frágil (en esto El Popol Vuh difiere de otros textos sagrados como La Biblia) y la lluvia los disolvía.

     Intentaron entonces crear al ser humano a partir de la madera. Pero también fracasaron, ya que a partir de este material únicamente consiguieron concebir simples muñecos que no tenían alma, ni podían hablar. Por ello, los castigaron con catástrofes (incendios, huracanes, inundaciones y tempestades) y finalmente fueron destruidos por los jaguares. Los pocos supervivientes fueron convertidos en monos.
     Por fin, los dioses tuvieron éxito en su cuarto intento, cuando decidieron crear al ser humano a partir del maíz. Los humanos creados a partir de este cereal fueron seres perfectos con conocimiento y completo entendimiento; tan perfectos que los dioses decidieron anular algunas de sus capacidades.

     Fueron cuatro los primeros hombres creados: Balam-Quitzé («Jaguar con la dulce sonrisa»), Balam-Agab («Jaguar de la noche»), Mahucutah e Iqi-Balam. El número cuatro, como podemos apreciar, tenía un valor espiritual y mágico para los mayas, ya que fueron cuatro los intentos que hicieron los dioses para crear al hombre, cuatro los primeros hombres creados, y también esa cantidad los Bacabs (o deidades protectoras, hijos de Itzamna e Ixchel).

     La segunda parte de El Popol Vuh nos sitúa en un tiempo ancestral, anterior a la creación del hombre, y narra las aventuras de dos semidioses, dos hermanos gemelos: Hunahpú e Ixbalanqué. Sus padres fueron sacrificados por los dioses malvados del Xibalbá, el inframundo. Por ello, Ixbalanqué y Hunahpú viajaron a ese lugar, donde derrotaron a los nueve dioses malvados y volvieron a renacer, uno, como el sol y, el otro, como la luna llena. Este sencillo mito recoge en su final una lección moral de vital importancia: el triunfo del bien sobre el mal. Además, también refleja la eterna lucha entre ambos lados del poder, ya que para los antiguos mayas cada día en que se ponía el sol y Venus le precedía, Hunahpú e Xbalamke volvían a descender al Xibalbá, y nuevamente se enfrentaban al mal. Por otra parte, esta historia pretende recopilar en su contenido diversos mitos mayas, con lo cual su significado más profundo escapa a nuestra comprensión.

     La tercera parte de El Popol Vuh destaca también como fuente histórica para conocer la evolución del pueblo maya. En ella encontramos abundante y valiosa información sobre esta cultura, desde que los mayas abandonaron Tulán hasta la llegada de los españoles, pasando por sus movimientos migratorios en el área de Yucatán. Además, hallamos una pormenorizada descripción de sus asentamientos y distribución y otras noticias sobre su Historia, como guerras o alianzas. El Popol Vuh termina con una interesante lista de gobernantes mayas que finaliza en 1550.

 

Cosmovisión

Observatorio astronómico llamado "Caracol", fechado entre el 900 y el 1250 d.C. Imagen tomada de Artehistoria.com     Los mayas destacaron en el desarrollo de ciencias como las matemáticas o la astronomía, así como en el avance de la escritura o la arquitectura. Además, elaboraron un complejo sistema de creencias que sirvió de fundamento para todos muchos aspectos de su vida (como el nacimiento, la agricultura o el arte).
     Dentro de ese complejo sistema cosmológico encontramos la visión del Universo y el origen del Mundo tal y como lo conocemos. Temas como la muerte, los dioses, el tiempo o el papel del maya en el Mundo tambiénn tiene un lugar y una explicación en esta construcción conceptual.

Escultura maya que representa a un jaguar. Imagen obtenida de la web Mundo Maya Online     Para los mayas el Universo estaba compuesto por trece cielos, que se superponían consecutivamente como si fuesen capas, siendo la Tierra la inferior de ellas. Los cielos eran gobernados por sendos dioses. De modo similar, bajo la Tierra había otros nueve capas o infiernos, que también eran regidos por dioses. La última de las nueve capas inferiores era el Mitnal, el inframundo maya, que presidido por el dios de la muerte Ah Puch. Los dioses que dominaban los trece cielos superiores eran conocidos como oxlahuntikú, mientras que los que presidían las nueve capas inferiores eran llamados bolontikú.
     Los mayas concebían la Tierra como la capa inferior de los trece cielos superiores. Tenía cuatro bordes que representaban los puntos cardinales y tenían colores distintos. El blanco era el color del norte, el amarillo el del sur, el rojo el del este y, finalmente, el negro el del oeste. El verde era reservado para el centro. En cada uno de los bordes se encontraba un jaguar, criatura mítica en la cultura maya. Los jaguares eran del color de su punto cardinal, sostenían el cielo superior a la Tierra y eran llamados Bacabs. Hijos de Itzamna y Ixchel, eran vistos como divinidades protectoras. Sus nombres eran los siguientes:
  • Cauac: el rojo del sur;
  • Ix: el negro del oeste;
  • Kan: el amarillo del este;
  • y Mulac, el blanco del norte.
     Los mayas creían que la Luna y el Sol atravesaban la Tierra cuando desaparecían en el horizonte cada día. Según la mitología maya, el Sol, al atravesar la Tierra, se transformaba en el dios jaguar Kinich Ahau, una divinidad que presenta semejanzas con el azteca Quetzalcoatl.
     Respecto a la creación del mundo, los mayas la concibieron como la costosa labor de varias fases realizada por diferentes divinidades, que se aliaron y discutieron entre ellas hasta lograr la perfección deseada.
     El origen del Sol y de la Luna parte de la transformación de dos dioses: Hunahpú e Ixbalanqué, según el mito que relatamos a continuación. Los dioses gemelos Hun Hunahpú y Vucub Hunahpú surgieron de la oscuridad de la noche, ya que al principio no había ni Sol ni Luna, ni seres humanos. Ambos eran aficionados a practicar al juego de la pelota, pero con sus ruidos molestaban a los dioses del Xibalbá. Un día, los señores del inframundo decidieron llamar a los hermanos para jugar en su reino. Hun Hunahpú y Vucub Hunahpú aceptaron, pero cuando llegaron allí fueron sometidos a burlas y a engaños, perdiendo la partida. Los dioses del Xibalbá decidieron sacrificar a los hermanos, y empezaron cortándole la cabeza a Hun Hunahpú y colocándola sobre un árbol infecundo. Poco después el árbol dio frutos y la cabeza del dios se transformó en uno de ellos. Los dioses del Xibalbá quedaron preocupados ante estos hechos y prohibieron a los habitantes del inframundo acercarse al árbol.
Sin embargo, la hija de Cuchumaquic (uno de los citados dioses del Xibalbá), llamada Ixquic, no hizo caso a la prohibición y se acercó al árbol. La cabeza de Hun Hunahpú, transformada en uno de los frutos habló con ella y le pidió que acercara su mano hasta el fruto. Ella accedió y, en ese momento, Hun Hunahpú escupió a la muchacha, dejándola embarazada.
El padre de Ixquic comunicó al resto de los dioses del Xibalbá lo que había sucedido, ante lo cual estos decidieron ordenar a los mensajeros del Xibalbá (Tucur) capturar a Ixquic, matarla y extraerle el corazón. Sin embargo, la muchacha consiguió convencer a sus captores para que le perdonasen la vida y engañasen a los dioses del Xibalbá, entregándoles, no su corazón, sino una bola de resina roja. Así Ixquic pudo huir al mundo superior y salvar su vida y la de sus hijos. Acudió a la casa del padre de sus hijos y trascurrido un tiempo dio a luz a los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué.
A continuación, el mito relata la venganza de los dos gemelos, que desciendieron al inframundo para vengar la muerte de su padre. Cuando llegaron al Xibalbá atemorizaron con su presencia a los dioses malvados que mataron a su padre y los derrotaron. Los señores del inframundo rogaron piedad y los hermanos accedieron a sus súplicas, advirtiéndoles lo siguiente:

   Ya que no existe vuestro gran poder ni vuestra estirpe, y tampoco merecéis misericordia, será rebajada vuestra sangre. No será para vosotros el juego de la pelota. Solamente os ocuparéis de hacer cacharros, vasijas y piedras de moler maíz. Solo los hijos de las malezas y del desierto hablarán con vosotros. Los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados no os pertenecerán y se alejarán de vuestra presencia. Los pecadores, los malos, los tristes, los desventurados, los que se entregan al vicio, esos os acogerán. Ya no os apoderareis repentinamente de los hombres, y tened presente la humildad de vuestra sangre.

     Finalmente, Hunahpú e Ixbalanqué regresaron tras vencer a los dioses del Xibalbá y ascendieron al cielo, transformándose uno en el Sol y otro en la Luna.

     Respecto a la formación de la Tierra y de la vida en ella, el origen presenta varias fases. Recordemos los cuatro intentos que hicieron los dioses hasta alcanzar la perfección que deseaban con la creación del hombre. Según la mitología maya, al principio no había tierra, solo existían el mar y el cielo; tampoco había plantas, animales u hombres; solamente había silencio. Los dioses dialogaron entre ellos y decidieron crear la tierra, separando el mar y abriendo la claridad en el cielo. Después, los dioses decidieron crear a los animales, pero se dieron cuenta de que eran incapaces de hablar y tener conocimiento, por lo que quisieron realizar un nuevo intento. Crearon entonces al hombre a partir del barro, pero éste era débil, no tenía fuerza y se deshacía. Los dioses destrozaron su creación y decidieron intentarlo nuevamente, utilizando como materia prima la madera. Sin embargo, a pesar de ser más fuerte, la madera tampoco dio el resultado deseado porque las criaturas que surgieron no tenían espíritu ni habla. Los dioses volvieron a dialogar entre ellos y decidieron destruir nuevamente su obra, enviando un gran diluvio desde el cielo y transformando a esos seres en monos. Finalmente, acordaron crear al hombre a partir del maíz y tuvieron éxito.

Como vemos, esta cosmogonía atribuye a la colaboración entre los dioses toda la creación y la convierte en el fundamento para cualquier elemento de su existencia.



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